Es esa melancolía, esa sensación pastosa, esa incomodidad en el alma, que no se acomoda al presente, que ruge, llora y patalea, que te deja la energía bajo mínimos y las ganas hechas trizas. Es ella, la melancolía que te arrebata el carpe diem y te deja la sensación embustera de que cualquier tiempo pasado fue mejor. La muy puñetera que convierte tu cara en un puchero de niña de 4 años sin su caramelo, sin su derecho al juego y la cosquilla. Esa la soledad de la infancia, terrible por no ser comprendida, ¿cómo entenderla si todo el amor del mundo debería llenarte la barriga? Esa soledad que te vuelve invisible y duele tanto, duele tanto... Es ella.