lunes, 28 de noviembre de 2022

DEJÉ DE SUFRIR

Dejé de sufrir cuando paré de mirar lo que me faltaba y empecé a mirar lo que todavía tenía.

viernes, 5 de febrero de 2021

PRETENDO

Pretendo que todo está bien, que no duele el desprecio, que estoy por encima de la mirada ajena, del cuerpo ausente, del abrazo no dado. Pretendo que acepto los reveses de la vida como si fuera la jugadora más adaptable, que no hay tormenta que doblegue mi sonrisa, que de hecho el terremoto anima al baile de mis pies. Pretendo que puedo, que puedo con todo. 

Pero no.

No puedo con todo.

Me hieren como espinas la falta de amabilidad y apoyo, el egoísmo lacerante del orgullo. Me duele hasta el tuétano esta soledad que no entiendo, la distancia no buscada. Me lastima en lo más profundo el ensordecedor ruido de las palabras no pronunciadas. Y no, tampoco soy la mejor jugadora, la que dice con parsimonia “vaya, otro huracán que viene hacia aquí” y con presteza se pone a cerrar porticones y baja al sótano tarareando una canción. No, no soy así. Pero práctico lo aprendido, el disfraz que protege, la alegría fingida, la fortaleza aparente. 

Y entonces pretendo… que todo está bien. 


viernes, 12 de junio de 2020

RUGIÉNDOTE

Me cuesta enormemente
dejar de pensar en ti.

Dejar de imaginar como tu mano
se posa en mi nuca
y con la simple orden del gesto
me llevas hambriento a tu boca.

Dejar de imaginar tu cuerpo desbordado
rodeando mi brevedad
la mirada penetrando,
igual que tú en mí.

Me cuesta tanto pausar
el cabalgar del pensamiento...
el deseo gritándome,
exigiéndome la entrega.

Me cuesta dominar mis manos
que bajo las ordenes tuyas,
tuyas en mi imaginación...
me borran todas las fronteras.

Y da igual que todo suceda
en el terreno de la mente,
porque... ¿qué es la realidad?

En la ensoñación de mi anhelo de ti
el placer es real,
el gemido,
el éxtasi,
el temblor de la carne,
el suspiro con el que disfrazo tu nombre.

Y no hay más verdad,
ni más presente,
que la de mi selva rugiéndote.

viernes, 23 de diciembre de 2016

PALABRAS

Había olvidado el bálsamo de las palabras. Como te va curando la inquietud unos dedos tecleando pensamientos en un ordenador.

Le va bien el nombre “ordenador” a esta máquina, “el que ordena”.

Eso es lo que hacen mis pensamientos cuando se traducen en palabras concretas sobre un papel o sobre una pantalla; ordenarse, organizarse, disponerse. Y mientras eso sucede se va disipando el huracán de las emociones que puebla el pecho. Poco a poco, palabra a palabra, sale por mis dedos esta incomprensión que a veces es vivir. 

Qué suerte tenemos de la comunicación, que suerte tenerla y que desgracia necesitarla. Ojalá bastara con una mirada o una caricia, con un grito gutural o con una melodía tarareada a media voz… Pero no, necesitamos las palabras para poder comunicar el laberinto que es a veces lo que sentimos. Palabras que expliquen, que estructuren, que definan. Palabras erradas o certeras, palabras que esquiven o que narren con valentía. Palabras ineludibles. A veces dejando que salgan con el automatismo del absurdo, otras medidas y sopesadas a cuenta gotas, ciñéndose precisas a lo que se quiera comunicar. Ambas formas son factibles, buenas en un momento u otro. La verborrea incontrolable del humor, la escasez de ellas cuando la seriedad asoma, cuando el enfado engaña, cuando mejor pocas, que muchas. 

Y cuando encuentras un buen interlocutor… ¡Ah! ¡Que maravilloso juego del intelecto! ¡Nada hay mejor que una conversación estimulante! ¡Que un diálogo electrizante! Palabras juguetonas haciendo cosquillas a las neuronas, ¡despertando el ingenio! Bueno, algo hay mejor que ello, el sexo, pero si está precedido de palabras chispeantes el cuerpo se dispone mucho mejor a la caricia y al placer, la palabra acompañando la piel, susurrándole al poro.

miércoles, 9 de julio de 2014

AHORA

"Ahora" nos quitamos las máscaras,
esas máscaras con sonrisas pintadas
que esconden nuestra seriedad.

Porque el miedo no sonríe.

Nunca.

No se ríe ni cuenta chistes.
No gasta bromas.

El miedo no tiene sentido del humor.

La verdad es que nos hacía sentir ligeros
creernos el rostro enmascarado del otro.

De pronto todo era posible;
el amor, la alegría,
la ausencia de palabras-laberinto
y la risa.

A borbotones.

Atropellada.

Risa libre planeando sobre el viento.

Y era posible reírse hasta de la muerte y el sufrimiento,
porque con la risa, la muerte y el sufrimiento mismo,
dejan de existir.

viernes, 30 de diciembre de 2011

...

Sólo un momento, una tregua con el tiempo, que se detenga el segundo, un oasis en este día donde todo se pause, donde no se envejezca, donde, aunque brevemente, nos miremos a los ojos y no haya ni una sola mentira, ni un parapadeo asustadizo, donde no haya más que verdad y certezas.

Mirarnos sin que nada cambie, sin que nada perezca; intactos, perfectos.

jueves, 20 de octubre de 2011

¿"Pa" qué?

La verdad es que no sé. O sea, no sé en general. No sé. Ni puta idea. Y un movimiento continuo y lento de hombros de arriiiiiiiiibaaaaaaa… a abaaaaaaajoooooo, de cejas que oscilan de la misma manera y de boquita de piñón que se comprime en el gesto, creo que universal, de “no sé”. Y sobre la cabeza en letras de neón, bien grandotas e intermitentes, las preguntas: ¿hacia dónde?, ¿cómo? y sobretodo… ¿”pa” qué?.

Eso es: un gran ¿”pa” qué? ocupándolo todo.