domingo, 10 de octubre de 2010

Dejar de una vez de esperar al enemigo.

Debo reconocer, haciéndome un poco la remolona, que no es la peor época de mi vida, pero sin duda la mejor tampoco es. Me hallo en tierra de nadie, intentando ubicarme entre estar terriblemente mal y desequilibradamente bien. Cada latido de mi corazón en un lado opuesto, un latido en la oronda felicidad y al latido siguiente engullida por la tiniebla.

Pero al menos hay un deseo que siempre permanece, uno inamovible de raíces profundas y convicción de fanático: el deseo salvaje, honesto y absoluto de serenidad, paz para sosegar al alma, certezas sólidas, tranquilidad existencial... el deseo imperioso de dejar de una vez de esperar al enemigo.

1 comentario:

toatoa dijo...

El enemigo, muchas veces, está en nosotros mismos. Así es que échalo de una vez :D

Saludos!!